domingo, 22 de febrero de 2015

Pelillos a la mar

Por fin voy a tener una cita con uno de esos chicos de internet, de momento vamos a tomar un té pero... quién sabe, igual abandono el celibato!! Lo importante es que por fin me he depilado y ha sido una experiencia que me veo con la obligación de compartir. He de informaros que ahora depilarte en centros de estética exprés es como volar. Este podría ser el nuevo eslogan de la empresa, pero es la realidad, porque desde que he entrado, la simpática trabajadora no ha dejado de intentar venderme productos de belleza que me podrían ir de maravilla para mi piel seca, deshidratada y con los primeros signos de envejecimiento. Me sentía como si estuviese en el avión de una compañía low cost, sólo le ha faltado ofrecerme lotería y cigarrillos electrónicos. Me ha entrado tal dolor de cabeza, que cuando ha pasado de los productos corporales a los faciales (cada producto con su explicación y su precio con decimales) he explotado y le he gritado: "¡Basta! Si te callas un rato te compro el exfoliante de los talones pero deja ya de taladrarme, por favor". Y en seguida me he sentido fatal y l he rectificado diciéndole: "Perdóname, ya sé que es tu trabajo y que tenéis productos fabulosos a muy buen precio que traéis de la conchinchina pero yo solo quiero depilarmeeee, y no necesito ni cremitas ni champús ni nada, ¿me entiendes?" Y el resto del tiempo ha reinado un silencio incómodo con tensión y ensañamiento porque me ha puesto cera ardiendo en las ingles y me las ha dejado del color de la mascarilla de fresa y arándanos... Auuuuu!

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