lunes, 30 de marzo de 2015

Operación: buenorra

Se acabaron las tonterías, ni Semana Santa ni nada, mi operación "buenorra" empieza ya. No puedo esperar un día más. Como soy incapaz de ir varias veces a la semana a un gimnasio o hacer deporte por mi cuenta, he estado buscando por internet los métodos más eficaces para esculpir mi figura y perder unos cuantos kilitos. Y he encontrado la solución a mis problemas: el biotraje. Si no estáis al tanto de las nuevas tendencias, no os preocupéis que aquí está Patty, alias  "la cobaya", para contároslo. Todavía no sé qué resultados va a tener pero hoy he empezado y solo puedo deciros que... ¡¡¡me duele hasta al teclear!!! 

Yo me he estado resistiendo por el dinero y porque soy un poco vaga, pero se acerca el momento de ponerse el bikini y ya no tengo escapatoria porque la del espejo ha dejado de ser mi doble para pasar a ser el doble que yo.  Así que he pedido cita y he ido a mi primera sesión.  

He llegado al centro donde tienen este nuevo invento, me ha atendido un chico majísimo y muy musculado con una gran sonrisa y unos ojazos azules. Empezamos bien. Me ha preguntado la talla que utilizada y a partir de ahí la cosa ha ido de mal en peor. Me ha hecho meterme en un traje que era un híbrido entre un traje de neopreno y una camisa de fuerza con electrodos incluidos, muy ajustado. Me ha conectado cables por todas las partes de mi cuerpo, lo han puesto en marcha y aquello ha empezado a tensar mis músculos y a vibrar, pensaba que me iba a electrocutar. Por si no era bastante tortura, el chico majísimo me ha dicho que durante la sesión debía realizar una tabla de ejercicios, incluidas flexiones (con lo que yo las odio). ¡Me quería morir! Y poco a poco la intensidad de la máquina y de los ejercicios iba subiendo, y los músculos agarrotados, yo con la lengua fuera, roja como un tomate y con el pelo alborotado, Mi plan de intentar gustar al chico majísimo se ha ido al garete en el minuto uno. Y el tío cachas sin sudar una gota a mi lado animándome con su sonrisa, aunque por dentro debería estar muerto de la risa. Debía ser lo menos sexy que veía en mucho tiempo porque si ves las fotos de Internet están todas fantásticas. ¡Horroroso! He pasado tanta vergüenza que no sé si voy a volver... Han sido los veinte minutos más largos de mi vida, tras varios meses sin hacer nada de ejercicio.

Eso no tiene que ser sano, aunque dicen que es muy efectivo y a falta de tiempo y ganas de hacer deporte, qué remedio me queda. Cuando he acabado la sesión me ha indicado donde estaban las duchas y yo ni siquiera había llevado mi kit de chapa y pintura con lo que he salido como un perro relamido y con la cara todavía como una nariz de payaso. Le he dicho que ya le llamaría para la siguiente sesión (mentira cochina) y he salido de ahí como he podido. No podía  ni subirme al coche para volver a mi casa, parezco un palo. No me puedo sentar, solo puedo estar de pie o en posición horizontal pero totalmente recta. Y, por supuesto, no hay parte de mi cuerpo que no note y se queje. Todo sea por tener un cuerpo diez. Si después de esto no encuentro novio, juro que me rindo, me retiro del mercado para siempre, a mi que no me busquen. Estar en el mercado duele mucho.

Eso sí, si vuelvo  a otra sesión, ¡será para impresionarle!

No hay comentarios:

Publicar un comentario