jueves, 11 de junio de 2015

Paz interior

Continúo en el largo camino de encontrarme conmigo misma, de la búsqueda de la PAZ INTERIOR, el SILENCIO, la QUIETUD, el CENTRO y todas esas palabras tan bonitas (y jodidamente inalcanzables). Pero yo lo intento, es mi objetivo. Así que el pasado fin de semana estuve de retiro espiritual, que ahora está muy de moda. Todo un fin de semana sin teléfono móvil, en un entorno idílico en medio del campo, haciendo yoga de todos los tipos (Kundalini, Hatha, Kriya...), meditación (aunque ahora es más cool llamarle mindfulness), pilates, movimiento expresivo, etc, etc, etc. El objetivo de cada actividad era respirar, estar en presente, en el aquí y el ahora, y sentir el cuerpo. Y entre una actividad y otra apenas hablábamos, sólo bebíamos té, comíamos fruta y dormíamos. ¡Fantástico! He salido de ahí más Zen que en toda mi vida. ¡Qué maravilla!

El pequeñísimo inconveniente que le veo es que luego has de volver a la realidad. Me acosté feliz, os lo prometo, y en cuanto sonó el despertador (6 veces durante 30 minutos) tuve que saltar de la cama a la ducha, de la ducha al maldito "¿qué me pongo?", de ahí a engullir algo en forma de desayuno y salir volando porque llegaba tarde. Cogí el coche y en cuanto giré la esquina ya me estaban esperando ellos, los conductores agresivos que te adelantan por todos los lados y te pitan a la mínima de cambio, y para no ser menos, por supuesto, tu te pones a su altura porque es la Ley de la Jungla: "Sólo el más fuerte llega a tiempo a su trabajo". Llegué a un semáforo y recordé que tenía que respirar, así que cerré los ojos e hice una respiración profunda , pero la segunda ya no me dio tiempo porque como se había puesto el semáforo en verde, me llevé algunos improperios de los coches de atrás, o más bien de sus conductores. Pero por fin llegué a la oficina, tarde, como no, y aquello era otra jungla de la que no podía escapar. La gente estaba de mal humor, incluida yo, los teléfonos no paraban de sonar y mi jefa, como siempre, empezó a pedirme tres mil cosas que tenía que tener listas para anteayer... Así que de culo todo el día en la oficina hasta las 6 de tarde que volví otra vez  a los atascos y la gente incívica, y cuando llegué a casa, ni paz interior ni hostias, solo tenía ganas de pegar a alguien, o al menos desahogarme, tener una conversación, tomarme una cerveza con una amiga. Hice una ronde de Whatsapps y nada, todas súper mega ocupadas, así que me puse a limpiar y a recoger la casa que la tenía bastante abandonada... hasta que me llamó mi jefa con otra tarea súper urgente diciéndome: "perdona que te moleste, no sabía a quién pedírselo pero como tú no tienes familia he pensado que no te costaba nada hacerlo, ¿verdad, cariño?". ¿Será cabrona? Me sentó fatal y encima me lo tuve que tragar porque lo peor de todo es que tenía razón. 

Así, ¿Cómo voy a tener paz interior? ¡Es imposible! Hay demasiada gente a mi alrededor con el propósito de joderme la vida y cuando no están ellos, ya estoy yo para machacarme y continuar en bucle. Invito a todos los maestros yoguis del mundo a que pasen un día en mi vida, que se hagan pasar por mí, a ver si consiguen mantener su equilibrio y su paz interior. Ni de coña. Has de vivir en un retiro espiritual para conseguirlo, mandarlo todo a la mierda y alejarte del estrés. Tus problemas han de desaparecer de repente, esfumarse. Y eso sólo puede hacerlo la magia, igual he de recurrir a ella porque no veo muchas opciones. Y lo peor es que esta mierda de estrés lo he de pasar sola. El estrés compartido es menos estresante. 

Menos mal que tengo un trabajo que me permite pagar a un psicólogo para que me ayude a llevarlo un poco mejor, así que voy a hacerle una visita antes de que me de un ataquito de pánico. 

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